Hace un par de meses me crucé con este vídeo de Elizabeth Gilbert y sentí que me quitaba una piedra gigante de encima del alma mientras iba viéndolo. [Quiero empezar mi primer artículo en el blog con metáforas muy espectaculares porque así es como consigo que sigáis leyendo, ¿no?].

He vuelto a ver el vídeo una y otra vez para refrescar las ideas que propone en cuanto a los conceptos de hobbie, trabajo, carrera y vocación. Son conceptos tan obvios (explicar lo que es un hobbie puede parecer un poco ridículo) y están tan presentes que creíamos que no había que repensarlos.

Sin embargo, tener una idea tan fija y preconcebida de lo que tiene que ser un trabajo es lo que me ha traído más agobios y preocupaciones en la veintena, en estos primeros años de experiencia laboral. El agobio de pensar que voy por «mal» camino y que si no tengo un trabajo híper creativo o que se alinee perfectamente con mis valores no voy a ser feliz estarme tranquilita. [Siempre he querido tachar cosas en las entradas de mi blog. Creo que es muy de principio de la década del 2000 — pero me da igual].

Por cierto, nada de lo que no tengas en este momento te va a hacer feliz. Pero eso es para otra entrada, no nos atosiguemos aquí con historias y menos con la felicidad. Uy.

Vamos al lío con los cuatro conceptos que aclara a su manera Elizabeth Gilbert. Y yo añado mis cosillas también.

HOBBIE

Los hobbies tienen dos características esenciales:

  • se practican meramente por gusto, por placer
  • no hay que tener ni presión ni expectativas

El no tener que preocuparse por rendir y hacerlo perfecto en mis hobbies es tranquilizador. Estamos rodeadas de una nebulosa de perfeccionismo (Instagram, sí, te estoy mirando a ti) que no hace más que congelarnos y que ya no queramos colorear nuestro librito para adultos porque Maripepi ha subido una foto de su impresionante mandala en 3D con tonos pastel y purpurina.

No tengo nada en contra de mejorar en lo que nos propongamos y querer hacer las cosas bien, en que salga algo bonito que nos deje orgullosas. Pero ya hay suficientes áreas en la vida en las que nos siguen evaluando y poniendo calificaciones como si siguiéramos en bachiller.

No dejes que el perfeccionismo te quite tus hobbies. Sigue plantando tomates cherry en tu balcón aunque la mata no sea tan espectacular como la que salía en Pinterest. Pinta una postal para tu amiga con un lettering por su cumple aunque te salga un poquillo torcido. Apúntate a una clase de flamenco porque te apetece aunque el duende lo tengas perdido por ahí.

Por último, pero no menos importante: no tienes por qué tener hobbies. Me reconozco en ese agobio por tener mil doscientas actividades y algo que hacer siempre. Algo nuevo que probar, ese chute que nos han vendido de «este hobbie lo voy perseguir hasta monetizarlo y abrir una tienda online de calendarios con puntitos y frases inspiradoras». Qué repeluco.

TRABAJO

Si bien no tienes por qué tener hobbies, lo suyo es que tengas un trabajo. Vivimos en un sistema apocalipsis capitalista en el que tenemos gastos fijos y hay que pagar facturas y eso (aunque cabe la posibilidad de que vivas en una comuna anarquista en la que os organizáis de otra forma — pues holi <3). Pero la mayoría de los mortales vivimos pagando nuestro alquiler o hipoteca, yendo al Mercadona todas las semanas a comprar hummus en toneladas.

Quizás esta idea que viene ahora sea la que más me ha aportado y tranquilizado:

Tu trabajo no tiene que ser la pera.

No tienes que estar entusiasmada hasta las entrañas con tu trabajo e ir todos los días volando colgada de un paraguas y cantando «Con un poco de azúcar» como Mary Poppins. [Aprovecho para mandar un saludo a Julie Andrews que estará leyendo mi blog. ¿Por qué es tan perfecta y por qué mi niñera no me enseñó a chasquear los dedos de esa forma tan mágica? Nunca he tenido una niñera. Un saludo a mi madre que sí que está leyendo el blog].

La única función que cumple tu trabajo es la de mantenerte. Ese matiz de independencia es clave, se trata de no esperar que alguien se ocupe de cubrir tus gastos y tus caprichos, como dice Gilbert, de no tener un «sugar daddy». O una madre que te ponga lavadoras y te barra el cuarto #trabajodecuidados.

Dentro de lo opresor que es trabajar en este sistema, esto «libera». O tranquiliza, como lo quieras llamar. Es el no tener excesivas expectativas en tu trabajo y no sentirte mal por ello, teniendo claro que se trata de un medio para no depender de nadie. Que no ganes dinero con tu vocación no significa que estés en el trabajo equivocado. Esto lo ampliaremos en el último concepto.

A lo largo de mi veintena (acabo de entrar a la treintena, YEAH) he tenido un puñado de trabajos. He tenido varios minijobs (contratos de trabajo en Alemania de unas 12 horas a la semana con los que se ganan unos 450€ al mes) como dependienta en una tienda de manualidades, en una tienda de muebles de niños, de camarera, de profe de español… Y también varios trabajos más serios como traductora, intérprete, profe en la escuela de idiomas de la uni, en una multinacional… Y ahora me doy cuenta de que siempre he estado en búsqueda «del trabajo perfecto» (holi, sorpresa, no existe) en el que pueda sacar a relucir todas mis fortalezas y que a la vez refleje mis valores y mis creencias, con el que me levante todos los días cantando y bailando «La canción del trabajo» (la versión de Raphael, por favor). La letra es muy creepy, por cierto.

«El trabajo nace con la persona
va grabado sobre su piel
y ya siempre le acompaña
como el amigo mas fiel.»

Ahí lo dejo.

CARRERA

Una carrera es una profesión, algo en lo que probablemente te especialices y un tema con el que pases muchas, muchas horas de tu vida.

Asegúrate de que en el caso de que elijas una carrera LA ADORES. Bueno, que te guste mucho al menos. En tu profesión es donde estás dispuesta a echar horas, a profundizar, dónde crees en la misión y en la visión de lo que haces.

Si no es el caso, si no estás entusiasmada con tu profesión y en general notas que no te hace ilusión profundizar en ese campo: búscate un TRABAJO. El echar horas sin fin y el volcarte en algo que ni fú ni fá al final acabará saliendo a preguntarte que qué tal y eso.

Me parece muy guay la opción de poder NO tener una carrera. Puedes tener un trabajo con el que mantenerte y el resto de tu tiempo dedicarlo a lo que te apetezca, a tus hobbies, a tu familia, a leer Harry Potter hasta desmayarte o quizás, a tu vocación.

VOCACIÓN

El origen etimológico de vocación está en el latín «vocatio» y significa «invitación o acción de llamar». Elizabeth explica que la vocación es una llamada, una invitación divina — ya que somos participantes en la creación del mundo.

Esto suena un poco esotérico pero tiene sentido. Es la meta más elevada que puedes perseguir y nadie puede ni quitarte, ni darte tu vocación. Te pueden despedir de tu trabajo y de tu carrera (las industrias cambian y evolucionan continuamente). Lo que nadie puede es despedirte de tu vocación. Gilbert estuvo escribiendo diez años antes de que ser escritora se convirtiera en su trabajo y más tarde en su carrera.

La idea es que vas a seguir con este tema tuyo aunque NUNCA recibas ni un céntimo por ello (recordemos a Van Gogh, por ejemplo, que vendió un único cuadro en su vida).

No importa lo que salga de tu vocación, tú vas a seguir ahí empeñada en hacer cosas con ese talento, participando en la historia de la creación, aportando con tu capacidad y tu versión de las cosas. No lo haces porque necesites dinero para hummus, o porque busques prestigio, o porque tus padres o la sociedad te lo hayan impuesto: lo haces porque es importante para ti y porque no crees que haya otra posibilidad.

Elizabeth termina con esta frase grandiosa: «Mientras ser escritora (mi vocación) no me pague las facturas y me alimente voy a buscarme un trabajo, el que sea, de camarera, en una librería… Lo que no voy a tener es una carrera, porque sé que si me comprometo con una carrera no voy a tener tiempo para mi vocación, que es escribir. Una cosa sí que tengo clara: lo único que la escritura nunca ha sido para mí es un hobbie.»

Bueno, ¡hemos llegado al final! Espero que te haya servido la teoría de Elizabeth Gilbert sobre estos cuatro conceptos y como los encaja. Si te llama la atención su forma de ver las cosas te recomiendo su libro Big Magic, en el que se extiende en el tema de la capacidad creativa y, sí, la verdad es que esta mujer es muy mágica. Su historia con Rayya es para llorar una semana entera sin parar <3.

Escrito por:Guía Carmona

Un comentario en “Gilbert me ayuda a entender

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